La sublime puerta

Jesús Sánchez Aladid| AUTOR
Harper Bolsillo | EDITORIAL
475| PÁGINAS

Continúan las aventuras y desventuras de Luis María de Monroy, el joven soldado de los Tercios a quien ya conocimos en El cautivo, en el contexto de los continuos enfrentamientos en el S. XVI entre las tropas españolas de Felipe II y las del Imperio Otomano. Apresado y hecho cautivo en la batalla de Los Gelves, gracias a su inteligencia, su dominio del arte de cantar y tañer el laúd y algún que otro golpe de suerte, logrará salvaguardar su vida primero en Susa y luego en Estambul, la urbe más fascinante y cosmopolita de la época, donde arriesgará doblemente su vida al colaborar con una trama de espionaje al servicio del emperador español. La apasionante vida del caballero Monroy, protagonista de la exitosa trilogía de El caballero de Alcántara, es el fiel reflejo una época tan fascinante como compleja, la del esplendor del imperio hispánico de los Austrias, la misma de Lope y Cervantes. El protagonista de la novela pronto descubrirá que los ideales caballerescos y religiosos, la música y la poesía, la patria y el honor han de convivir inevitablemente con la crueldad de las guerras, el hambre que asola al pueblo llano, y la iniquidad, a veces, de sus gobernantes.

Reseña

La sublime puerta continúa las aventuras y, sobre todo, desventuras, de Luís María de Monroy, un soldado de Los Tercios, joven e idealista, dispuesto a defender su fe, la patria y al emperador desde la perspectiva romántica que le ofrece su juventud.

Se trata, pues, de una novela histórica, ambientada en la época de Felipe II y en el marco de las continuas contiendas del Imperio español contra el Imperio Otomano en defensa de la fe cristiana frente a la religión musulmana que tratan de imponer los turcos. 

La novela se inicia con nuestro protagonista hecho prisionero por los otomanos tras la batalla de Los Gerves, a pesar de su situación de prisionero debe estar “contento” ya que podría haber corrido la misma suerte que la mayoría de sus compañeros de armas, pero en el último momento, su complexión y el hecho de saber tocar el laúd, le salvan de morir o acabar en galeras para convertirse en el “trobador” (“sedujo a este fiero guerrero mi habilidad para tañer el laúd y cantar”) de Dromux arráez que, como el mismo lo describe, es un valenciano que renuncia a la fe cristina (la única y verdadera) y se deja llevar por las promesas de los musulmanes.

A pesar de su idealismo, y de la mala suerte que corre en su primera batalla al caer prisionero, ya desde el principio, al contarnos la historia desde el futuro se muestra ese cambio del idealismo a la madurez y a poner los pies en la tierra que podemos ver en muchas series o películas relacionadas con guerras “Los hijos de Dios, pese a ser iguales a los ojos del Creador son tan objeto de botín como un caballo, un cofre de monedas, una buena armadura o cualquier otra cosa que pueda aguzar el apetito de riquezas de los vencedores”. Llama mucho la atención ese contraste ya que narra su historia desde la madurez que le otorgan sus desventuras y estar continuamente en la “cuerda floja”.

Se trata de una novela emocionante e impredecible, a pesar de que la novela está narrada en primera persona, los constantes giros y penurias que tiene que vivir Luís María hace que te mantenga en vilo y a la vez te sorprenda comprobar que, por un lado, todo puede empeorar, y por otro, que los ideales son demasiados fuertes y llevan a las personas a tomar caminos peligrosos a pesar de acabar de salir airoso (gracias a una mezcla de suerte e inteligencia) de situaciones cuanto menos complejas (ya que no solo será prisionero de Dromux arráez); y decide participar en un complot para seguir su propósito vital: proteger al Imperio y al rey Felipe II.

Como contrapunto cabe señalar que la narración de la historia en un castellano no muy actual dificultad avanzar en la lectura con soltura al principio, pero tras unos pocos capítulos se convierte en un elemento más de la historia que junto al detalle de las descripciones hace que te sumerja en la vida de nuestro protagonista con más intensidad.